La Plaza del Pilar constituye uno de los espacios urbanos más significativos de Ciudad Real, tanto por su centralidad en la vida cotidiana como por la huella histórica que conserva en su subsuelo. Su origen se vincula a la conformación del núcleo medieval y a la memoria del antiguo pozo que dio nombre al primitivo asentamiento de Pozuelo de Don Gil, en el siglo XIII.
La fundación de Villa Real incorporó este espacio en el interior del recinto amurallado, posiblemente en el barrio de San Pedro, limítrofe con el barrio de Santa María, que absorbió —según la opinión de algunos autores— la primitiva aldea medieval.
Desde el momento fundacional, debió de existir un eje viario norte-sur que transitaría desde un acceso en la muralla, en la actual calle Ciruela, hasta el centro de la villa en la Plaza Mayor, siendo parte de esta arteria las calles Feria y la que constituye la actual Plaza del Pilar.
En torno a este espacio se construyeron edificios religiosos y privados, y con el tiempo este lugar se transformó en un punto de encuentro, intercambio y referencia social, económica y cultural. En el siglo XIX se levantaron edificios representativos —como el Banco de España, palacetes decimonónicos o sedes institucionales—, al tiempo que se incorporaban elementos simbólicos y artísticos.
No obstante, más allá de su imagen actual, la Plaza del Pilar conserva en su interior una historia oculta bajo el pavimento, resultado de siglos de uso que ha sobrevivido a importantes remodelaciones. Conscientes de este valor patrimonial, en 2025 se llevó a cabo un sondeo arqueológico destinado a documentar la secuencia cronoestratigráfica de este espacio de tránsito, con el propósito de obtener nueva información sobre los orígenes y la evolución de la ciudad.
Proceso de excavación arqueológica y protección de restos
La excavación arqueológica se materializó en un sondeo estratigráfico en forma de cuadrícula de 2,50 m de largo por 2,00 m de ancho, con un área afectada de 5,05 m².
El sondeo se efectuó de forma manual hasta alcanzar una cota de -1,76 m, en la que se halló el nivel geológico conformado por un terreno calizo blando, asociado a un paleopaisaje lagunar en el que se asentó esta parte de la ciudad.
La estratigrafía está constituida por 18 unidades que se utilizan para denominar las diferentes capas y actuaciones antrópicas documentadas en el lugar a lo largo de los siglos. Estas han permitido reconocer una secuencia de ocupación urbana con distintos niveles de pavimentación y relleno del espacio. Obviando el asfalto retirado, el nivel más reciente corresponde al pavimento de adoquín basáltico, colocado entre 1916 y 1929, compuesto por piezas prismáticas muy resistentes asociadas al tránsito rodado (UE-2.2). Bajo este se localizó un empedrado de guijarros dispuestos en calles longitudinales con función drenante, en uso a inicios del siglo XX (UE-4.2).
En niveles inferiores aparecieron estratos con restos constructivos y un nivel de frecuentación mixto de piedra y ladrillo que contenía cerámicas comunes, vidriadas y loza, junto con restos óseos animales, fechados entre los siglos XVI y XVIII (UE-10, UE-11). Posteriormente, se documentaron varios niveles de tierra gris con carbones, cerámicas finas, fragmentos de teja y restos óseos, en los que se halló un pavimento de guijarros medianos, interpretado como el quinto nivel de calle (UE-13, UE-14, UE-15).
Más abajo se identificaron estratos compuestos por arena gris poco compacta con fragmentos de cerámica fina vidriada, cerámica común y teja curva, asociados a los primeros usos urbanos del entorno (UE-16, UE-17). Finalmente, la excavación alcanzó el nivel geológico de caliza, sin materiales arqueológicos, que constituye la base natural de la secuencia (UE-18).
Además de los pavimentos, se localizaron dos canalizaciones modernas: una tubería de hierro fundido destinada al abastecimiento de agua potable, posiblemente vinculada al suministro del edificio del Banco de España (UE-8), y una conducción de fibrocemento de saneamiento, instalada hacia la segunda mitad del siglo XX (UE-12).
Cuadrícula en pavimento empedrado del s. XIX (UE-4)
Canalización de hierro fundido para agua potable s. XIX (UE-8)
Pavimentaciones de época Moderna ss. XVI-XVIII (UE´s-10,11)
Nivel fundacional de la calle con elementos cerámicos islámicos y cristianos del siglo XIII (UE-17)
Estratigrafía de los perfiles Este y Oeste del Sondeo 1 en la Plaza del Pilar (UE-17
En los seis niveles estratigráficos documentados se han hallado más de un millar de restos de materiales pétreos, cerámicos y óseos. El material cerámico es, con diferencia, el más numeroso, perteneciente mayoritariamente a piezas de cerámica común, así como a elementos constructivos como tejas y ladrillos.
En lo referente a los contenedores cerámicos de diverso volumen y tamaño, destacan los fragmentos de paredes de tinajas, las cuales aparecen distribuidas en la práctica totalidad de los niveles estratigráficos, salvo en los más antiguos.
La cerámica común cristiana se ha documentado elaborada en pastas oxidantes, reductoras y mixtas. Se distribuye de forma homogénea en los niveles más antiguos, correspondientes a los siglos XIII-XIV (UE 16, 15 y 17). A este conjunto pertenecen, en su mayoría, fragmentos de paredes lisas, sin decoración pictórica ni vidriado. Morfológicamente, los bordes suelen ser apuntados —rectos o ligeramente inclinados hacia el interior—, con asas simples y fondos con pie anular o ápodos.
Estos fragmentos se corresponden tipológicamente con piezas pertenecientes al grupo vascular de platos, fuentes y escudillas, en el que predominan las formas abiertas, con precedentes claros en prototipos andalusíes como los ataifores.
Los acabados de estas piezas cerámicas suelen ser principalmente lisos o estriados, aunque engobados; se observan también varios ejemplares vidriados por ambas caras, así como únicamente por la cara interior, en tonalidades verde y melado.
En el nivel conformado por las UU.EE. 13, 12 y 10, se hallaron restos cerámicos de teja y tinaja. Destacan varios bordes de cerámica común oxidante pertenecientes a perfiles de vasos, jarras y platos anchos o fuentes, así como el fondo de una botella.
Se hallaron varios fragmentos de paredes de piezas esmaltadas castellanas conSe hallaron varios fragmentos de paredes de piezas esmaltadas castellanas condecoración en azul cobalto que podrían orientar hacia la cronología moderna delnivel, así como un cuarto de esfera de piedra.
Figura X. Ataifores cristianos documentados en el nivel del siglo XIII (UE-17).
En la estratigrafía del sondeo se ha hallado un importante conjunto óseo concentrado en las UU.EE. más antiguas. Este conjunto está constituido por fragmentos de huesos de cuadrúpedos —principalmente équidos, bóvidos y ovicaprinos—.
Destacan fragmentos de cráneos y mandíbulas de équidos y bóvidos, así como fragmentos de cornamentas pertenecientes a cápridos.
Figura X. Restos óseos representativos del tipo de animales cuyos restos fueron vertidos o consumidos en la vía pública.
La excavación ha permitido confirmar la utilización permanente en el tiempo del espacio en el que se ha realizado el sondeo, como una arteria de comunicación que conectaba la puerta de Ciruela y su camino hacia la aldea, con el centro neurálgico de la Villa Real.
Los seis niveles de pavimentación identificados son homogéneos en cuanto a su función, aunque presentan diferencias en su composición. Se documentaron dos niveles pétreos elaborados con adoquines basálticos del Campo de Calatrava, así como un empedrado de cantos rodados dispuestos en calles longitudinales.
Bajo estos niveles se registraron cuatro niveles compuestos principalmente por estratos de tierra y piedra, que alcanzaron la base geológica de caliza, sobre la que se asienta la calle, a una profundidad de -1,74 m.
La característica común de estos niveles inferiores es su función pavimentada, donde la tierra sella cada uno de ellos, diferenciándose por su posición, composición y contenido.
Las cerámicas más destacadas se hallaron en los estratos más profundos, donde se documentaron ataifores cristianos que podrían datar de los primeros momentos del funcionamiento de esta parte de la villa. Asimismo, se han identificado restos cerámicos compatibles con piezas de cerámica andalusí, lo que podría vincularse con un nivel de frecuentación islámico, propio, por otra parte, del espacio de tránsito en el que se encuentra el sondeo.
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